Una frase muy frecuente en el entorno del crecimiento personal es: “algunas veces se gana, y otras se aprende”.
Los que defendemos esta frase, entendemos que la derrota, el error, o los contratiempos, son siempre inesperados y traen consecuencias inmediatas negativas (económicamente, en autoestima, en confianza con los demás, etc), pero que a su vez nos abren oportunidades de aprendizaje y por lo tanto de crecimiento de cara a nuevas situaciones. Por eso también se dice que del error y de la derrota se aprende más que del éxito y la victoria. Mientras que el éxito es el resultado esperado y deseado, el fracaso no es buscado y mucho menos deseado, y nuestra mente suele estar más enfocada hacia el primero que hacia el segundo y, por tanto, no le tenemos la consideración que quizás debería.
Cuando el fracaso o el error se producen, una persona con curiosidad y ganas de crecer, no puede hacer otra cosa que afrontar la situación. Aparecen entonces nuevos elementos que no habíamos contemplado en la escena y que han podido ocasionar el error; también analizamos las emociones que teníamos y que han podido influir en que afrontáramos esa tarea con miedo o desidia, y es ahí donde podemos poner el foco y aprender cómo corregirlo para la próxima vez. Todo ese análisis es, en muchas ocasiones, una fuente de aprendizaje enorme; y mayor será cuanta más atención le pongamos a los acontecimientos que han influido en el error.
Si el error es en un entorno personal, podemos preguntarnos:
¿Cómo era mi comunicación con los demás (clientes, proveedores) durante el proyecto? ¿Cuáles eran mis emociones durante el proceso? ¿Contemplaba el propio error como escenario posible del resultado? ¿Qué creencias o prejuicios tenía que no se han cumplido y merecen ser revisadas? ¿Tenía suficientes conocimientos o preparación para afrontar este objetivo? ¿Qué he aprendido después de este análisis? ¿Qué haré diferente en el futuro para acercarme más al éxito? ¿En qué otros entornos puedo aplicar este aprendizaje?
Si el error se produce dentro de un entorno de equipo:
¿Cómo era la comunicación entre los miembros? ¿Cuál era el estilo del líder que gestionaba el proyecto? ¿Cómo va a reaccionar ahora el líder y el equipo una vez que sea producido el error? ¿Se ha culpado a alguien en particular? ¿Qué áreas del equipo se necesitan reforzar para el futuro? ¿Estaba el equipo preparado para este reto? ¿Cuál era el estado de ánimo general? ¿Cómo era el ambiente? Si el error lo ha cometido una sola persona, ¿Cómo de preparada estaba?, ¿Cuál era su compromiso con el compromiso del equipo?
Estas y muchas más preguntas pueden devolvernos información muy importante que nos hará evolucionar hacia nuevos retos en los que habremos adquirido potentes herramientas para afrontarlos. La más importante de todas sea, quizás, la predisposición hacia el error o fracaso.
Hay sin embargo algunas personas que, al no afrontar el fracaso cuando éste ocurre, no evolucionan. Lo que es peor, si gestionan equipos (no digo liderar puesto que este término incluye un significado que aquí no procede), no permiten que sus trabajadores evolucionen. Son esas personas que cuando pierden siempre buscan una explicación ajena, un culpable, o un factor externo. Otras personas directamente no aceptan el error en sus organizaciones, con lo que los trabajadores nunca propondrán nuevos proyectos, y trabajarán con miedo al error en sus rutinarias y aburridas tareas. Cuando el error se produce, entonces se busca al autor y se le penaliza (con una acusación pública normalmente).
Estas organizaciones dirigidas por gestores que no asimilan el error como parte del día a día están abocadas a la rutina, la rigidez en los procedimientos, la falta de creatividad, y en definitiva, la falta de motivación de sus empleados. En un entorno cada vez más cambiante, en el que hay que tomar cada vez más decisiones, los errores no dejarán de producirse; pero al no aceptar su existencia y apreciar las oportunidades de crecimiento que brindan, estas organizaciones se irán quedando poco a poco retrasadas respecto a la competencia.
Por eso, cabe hacer una apreciación en la frase del título; más bien se podría reescribir: “Algunas veces se gana, y otras se aprende, salvo si eres un necio.” Según la RAE, Un necio es quien inisite en los propios errores. El error en el que insiste el necio es, precisamente, no aceptar los errores como uno de los resultados posibles.
Gran reflexión.
Muchas veces creo que las frustraciones por los malos resultados o errores son parte de una construcción de expectativas exageradas,
Buena reflexión.
El error es una parte imprescindible del desarrollo personal y profesional, la creencia de que somos más listos que los demás y que no podemos cometer errores ahonda en nuestra necedad.
Cometer errores y aprender de ellos es muy importante, esto no quiere decir que haya que aceptar cualquier error lo fallo, hay que analizarlo y ver porque ha ocurrido primero.